Como si no bastara con los Miss Venezuela que celebra Osmel Sousa cada mes, decidí organizar un concurso de belleza para microrrelatos. He aquí los ganadores. Láncenles ropa interior o tomates podridos según el nivel de agrado que despierten en ustedes.
Mister Peso Pesado: Fue un gran boxeador, pero perdió todos los combates por culpa de su miedo escénico.
Mister Crítico: Cuando halló el revólver en su chaqueta, alzó la cabeza y le dijo al autor: "¿En serio? ¿Otro minicuento con un revólver?".
Mister Excusas: "La tarea se comió a mi perro", le dijo a la maestra. Era cierto. Su mascota se había vuelto un ocho con las divisiones.
Mister Perseverante: Después de dar mil vueltas, por fin encontró un lugar donde estacionarse. Fue una pena que olvidara cuál era la diligencia.
Mister Trabajador: Tardó semanas en elaborar la chuleta perfecta, más tiempo del que habría necesitado para estudiar.
Mister Impuntual: La visión del futuro le llegó tan tarde que la tomó por un recuerdo y la desaprovechó.
Mister Severo: El linier le anuló el gol al ver su celebración adelantada.
Mister Psicopático: "Me gusta mirar a la gente mientras duerme", confesó el dinosaurio en un susurro. El psicólogo no se despertó.
Mister Terquedad: "Nada es imposible", solían decir sus padres. Se dedicó a la vagancia para demostrarles cuán equivocados estaban.
Mister Angustiado: Después de conocer la tasa de homicidios por armas de fuego en el mundo de los minicuentos, decidió mudarse.
Mister Humorista: Tras sortear diez mil dificultades, por fin tenía en su poder el último chiste de la humanidad. No lo entendió.
Mister Especulador: La vida no le dio limones: se los vendió con sobreprecio.
Mister Traficante: Lo detuvieron en la aduana por tener mariposas en el estómago. Fue encarcelado hasta que se le pasó el enamoramiento.
Mister Resaca: Amaneció con el pie izquierdo. El derecho todavía no había regresado de la rumba.
Mister Literal: Siguiendo al pie de la letra las reflexiones de Arturo Uslar Pietri, sembró petróleo. Un océano negro se tragó su casa.
Mister Poeta: "No tengo palabras para expresarte lo que siento", reconoció el enamorado. Le robó unas a Rubén Darío y se salió con la suya.
Mister Refranero: Tras cometer decenas de crímenes, se frotó las manos con emoción y murmuró: "No hay mal que por bien no venga".
Mister Ilusionista: "Para el siguiente truco, necesito que dejen de mirar los celulares", dijo el mago. Esperó un poco. Se marchó cabizbajo.
Mister Bradbury: El primer colono de Marte miró el punto azul del horizonte y gritó: "¡Adiós, mundo cruel!".
Mister Arquímedes: Le dieron un punto de apoyo, pero él ya no tenía ganas de mover el mundo.